Ya había viajado al mar


Llegaste la noche de estrellas fugaces. Había pasado 183 lunas llamándote con el pensamiento. Abrí la ventana para mirarte y noté cómo el mundo salía de tus ojos. Te dejé entrar como cuando se deja pasar los viejos recuerdos, pero el olor de tu piel ya era distinto. Mi boca parecía haber perdido la capacidad de hablar, pero aún con ello dije lo que había callado días y noches interminables.

Yo te amaba. Mantenía tu recuerdo en mi mente como una de esas fotografías que tanto me gustaban. Pensaba en tus ojos cansados de vidas pasadas. Añoraba tus manos suaves recorriendo mi cuerpo. Temía el regreso de tus labios rojos y afilados que mordían mis pezones. Soñaba con tu sonrisa y tus abrazos en nuestro encuentro. Pero no eras mío.Añadir imagen

Lloraba tu ausencia aún cuando no te habías ido y tu regreso era un sueño cobijado por la luna llena, hasta que volviste. Pero tu ausencia me arrastró hasta el mar. Embriagada de melancolía me sumergí en sus aguas.

El mar acarició mi cuerpo desnudo, la espuma se enredó en mi cabello formando espirales infinitas y las olas mordieron mis pezones húmedos. La sal se mezcló con mis lágrimas y así como gotas de lluvia, mi amor se fue evaporando. Te quedaste ahí, flotando en la mar infinita, sin mis besos, ni promesas. Te olvidé.

Tu regreso quedó inscrito en mi memoria como aquellas cosas que de tanto anhelar se pierden en la angustia y para cuando tus ojos se posaron en los míos, no había remedio: ya había viajado al mar.

Soy una mujer en construcción

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