¿Dónde estás, Martina?

¡Mataron a Martina! fue el grito que despertó al pueblo, seguido del sonido de los cascos del hombre a caballo. ¡Mataron a Martina! se escuchó retumbar dentro de mi cabeza. Me paré, encendí la luz y salí como todo el pueblo al encuentro de aquel hombre que gritaba frenético.

Lo vi cruzar el camino empedrado desde el inicio de San Martín del Mar hasta la última casucha. Le llamamos, pero no detuvo su marcha y entonces aquella frase, comenzó a viajar por mi sangre de la cabeza al corazón: ¡Mataron a Martina!.

Iniciamos la búsqueda de su cuerpo. Yo estaba segura que ella regresaría como siempre, a contarme su andanza a mi casa. Había transcurrido ya tanto tiempo que nadie creía que estuviera viva, ni ella misma, pero no podíamos creer que la hubieran matado.

Buscamos en el bosque. María no la había visto. Buscamos en la cabaña de las mariposas, pero no, era imposible que volviera porque aquel lugar le traía malos recuerdos. Los perros siberianos buscaron también. Olfatearon su rastro, pero ya estaba perdido. Martina tenía tanto tiempo de haberse marchado que nadie pensaba que estuviera viva, pero tampoco nadie pensaba que estuviera muerta.

La búsqueda de su cuerpo se alargó por días. Cansados, algunos volvieron hacia el pueblo, convencidos de que era verdad lo que habían gritado a al entrada del pueblo. Yo seguí buscando entre la hierba a Martina, después de todo ¿qué otra cosa en el mundo me recordaba que yo estaba viva? Ella no podía haber muerto porque entonces, habría muerto mi alma.

Al cabo del tiempo, me quedé sola. Sola como cuando ella se iba a vivir la aventura, pero ahora sin la certeza de que volvería. ¿Dónde estás, Martina?, ¿Por qué te mataron?

Soy una mujer en construcción

Seguidores

Buscar este blog